Archivo mensual: marzo 2011

Anécdotas de «Sahara»

Todavía corretea bajo mis axilas
el granulado linfático
en la acidez que siembra
maletines de pestillos,
en los riñones
abiertos
bajo el jugo lacrimal
de aquellas fotografías de escuela.

Hace un par de semanas, en la presentación de “Sahara”, del que aquí tienen un fragmento. La “maestra” en la que me inspiré, no sólo para la fotografía inicial de “Hipnosis”, sino para alguna de estas perlas sobre el buen funcionamiento de la escuela hacia nuestra juventud decadente. Se acercó a mí para decirme que aquellos versos e imágenes daban auténtica repulsión sobre aquellos docentes que destrozan personas. ¿Alguna muestra más sobre la estupidez de esta multitud de personas? Un argumento más para que demuestra que la alienación está más vigente que nunca.

Sin embargo, por surte o por desgracia, sigo y seguiré creyendo en la juventud. Y duele…

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¿Vacas flacas en el teatro?

Sí, es cierto, habitamos en una época un tanto turbulenta para el teatro y las artes escénicas en general, ahora bien, ¿esto significa que estemos realmente en crisis? Sinceramente creo que no, al menos por esto, creo que el teatro como toda forma de expresión ha caído en crisis en el momento que occidente ha dejado de busca,r para así entretenerse mientras pasa el silencio de su vida.

Tampoco puedo negar que, al menos aquí en Galicia están cerrando la mayor parte de cías. de teatro debido a la falta de funciones. Nosotros no podemos negar que también estamos pasando por lo mismo pero, de ahí a cerrar hay un largo trecho.

Es más, considero, y no yo en exclusiva, que cuando llegan estos periodos, si bien son lamentables, también permiten dar más visibilidad a aquellos que se quedan solos y brillan, mientras antes eran  zarandeados con el dinero de aquellos que no buscaban más que enorgullecerse y «alimentar» esta cultura del entretenimiento.

Sin embargo, puedo asegurarles que aquellas compañías y autores que de verdad viven y dejan sus venas sobre la cruz de la comunicación, esas nunca cierran. A un poeta lo puedes dejar sin dinero, incluso sin hogar, también sin comida, pero , y si es un poeta de verdad, se mantendrá firme como aquella flor que malvive entre automóviles.

Y si por algún motivo, alguien decide disecar la flor, jamás habrá perdido su hermosura, es decir, el artista jamás se habrá retirado.

No me da vergüenza decirlo, pero nosotros estamos actuando literalmente gratis, únicamente con la ayuda económica que nos ofrece la Diputación. ¿Pero acaso estamos solos? No, hay muchos poetas pasando hambre y frío de verdad, y sé que las cías. también lo pasarán siempre que se avengan a lo impopular, pero muchas veces,esta forma de entender el arte, es lo único que consigue mejorar y evolucionar a las sociedades.

¡Ánimo humanistas, revolucionarios, animalistas, ecologistas, poetas…! ¡Ánimo a todo aquel que huya de la muerte!

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Vuelve la poesía. Desde hace unos días he comenzado «Ágata».

Esta noche he pensado en tantas cosas…, recuerdo que antes reservaba este tipo de reflexiones para el programa de radio pero, ahora no puedo más que compartirlo con vosotros.

Y es que gracias a toda vuestra ayuda y atención, regresa la necesidad de escribir poesía, pero no una poesía de denuncia ni deformada por las visiones reduccionistas del propio poeta.

Siempre que se cree, intrínsecamente dejas tu sangre impresa en el poema, así que ya sin alejarme de lo que hablo, algo nuevo aparece. No sé si habrá editor y tampoco creo que deba importarme, el acceso a mis poemas siempre será vuestro y «Ágata» comienza a ser una realidad.

Sin embargo, mientras este libro sólo comienza a nacer, hay algo mucho más tangible, y sin leerlo, sé que es hijo del mismo tronco en el que ahora me observo sin observarme, o quizás viendo el todo. Me refiero a «Libertad», poemario de Ángel Padilla, libro para el que pido todo el respeto y apoyo de aquello que está por venir, aunque alguien ya nos lo adelante en sus páginas, en el aquí y ahora.

Yo me dejaré la piel por difundirlo, pero…, ¿no estamos solos verdad?

Gracias a todos por creer en nosotros, y a los que nos desprecian, gracias también por impulsarnos a luchar.

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«Un potro a Singapur», poema. Un puño de sangre alzado por Ángel Padilla.

Muchos dijeron que la poesía era imposible, nadie creyó en la posibilidad de crear una compañía para hacer algo a lo que nunca quisimos ponerle título, y puede que muy pocos creyeron en aquella persona que no había cumplido los diecisiete y que, consciente o inconscientemente, quería subirse a una cruz desde la que tú llevabas muchísimo tiempo sangrando.

Y es que, por muy difíciles que estén las cosas, el sinónimo de lucha y vida siempre lo encontraré en tu nombre.

Puede que esta noche no sea diferente, pero quise releer los poemas de «Alambradas», y hay uno excesivamente representativo, no te lo puedo recitar porque no estás a mi lado, o quizás porque ya estás demasiado cerca.

No sé por qué, pero es lo que en estos momentos más consigue aferrame a ti, y eso es a poder seguir cabalgando sobre imposibles.

Para mí, es sin duda la persona más representativa, es mi hermano, pero para el mundo, es lo más parecido a una flor que he encontrado, es decir, un poema.

Como poeta, que no como crítico, puedo decir que en él, la poesía que llevaba más de veinte años sin un porqué claro, ha renacido. Ya eres inmortal, hermano. Los que lo lean y apoyen a él, también lo harán conmigo y viceversa.

Así que, ¿por qué ponerle nombre a los poemas? Esta noche es de los dos…


Un potro a Singapur…

Sin pretenderlo,
la escarcha
encerró aquellos golpes de mi cuerpo
en la infinidad nocturna
de este enjuto armario acristalado.

No obstante,
quizás la premonición era más fuerte
y prefiere vestirme entre trajes desaliñados,
mientras occidente viste a su marinería con botellas de gin…

Al otro lado del panel,
veo caer sus lágrimas traslúcidas,
me veo caer…

Los cordones
aprietan fuertemente el sedal rojo de los canales…
Ensucian su cara
con dossieres de menta
y retales corroídos en las páginas del boulevar.

Se cierra la puerta
y vuelvo a ese lugar
donde las gotas de sangre
parecen recordarme el perfil de sus ojos antiguos.
Ya no está,
lo siento,
la quise y la quiero
ahora que derrocho mis últimos besos
sobre las espuelas de mis rodillas:
sobre el látigo donde nunca volverá a sentarse.

Con los ojos cerrados
veo tras el cristal:

la luna se disuelve sobre las aguas,
y un trasatlántico despierta las últimas estelas
de la noche en el cabello de un potro a Singapur.

I love you…

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